martes, 8 de julio de 2008

El séptimo sello - por José Luis Martín

(Esta colaboración la envió José Luis Martín, en diálogo con mi artículo sobre El séptimo sello)

Acabo de ver El séptimo sello y me apresto a continuar la discusión iniciada por Abel. Desde luego son muchas las cosas que se podrían comentar sobre esta película, dan mareos de pensarlo, así que será mejor centrarme sólo en los asuntos que ha planteado nuestro huésped virtual, el de qué ha hecho de este film un clásico y las implicaciones del título apocalíptico, y quizá otro día me anime a escribir más.
Lo primero que se me ocurre al pensar en la experiencia de ver El séptimo sello, es que se trata de un espectáculo trepidante. Se puede comparar con una película de acción. Quizá sería más exacto decir que es una película de acción... Hay un comienzo in medias res que pone al espectador en tensión desde la primera escena, hay suspense en la partida de ajedrez (porque sospechamos que el caballero puede ganarla en cierto modo aunque muera), hay escenas violentas y también momentos de tensión propios del cine de terror (todas esas caras de miedo generalmente dirigidas a algo que el espectador no ve), hay música e interludios eróticos, cambios continuos de escenario, cambios de tono, historias paralelas, muertes en escena, apariciones de espíritus y fantasmas... hay mezcla de lo trágico y lo cómico y una sinfonía de los más agudos contrastes. Hasta la Virgen María juega con su hijo para los espectadores, sin que a decir verdad sea necesaria su presencia.  La película cumple a la perfección el precepto que Lope de Vega daba en su Arte nuevo de escribir comedias en este tiempo: "porque la cólera de un español sentado no se templa si no le representan en dos horas hasta el Final Jüicio desde el Génesis"... Sería más fácil hacer una lista de los temas, géneros y filosofías que no se incluyen en El séptimo sello, que intentar escribir la lista de los que sí están. Sin querer decir nada malo con ello, concluyo que El séptimo sello es una película de entretenimiento en la cual el aburrimiento es completamente imposible.
Por supuesto, también hay que tener talento para que todo eso funcione, y para escribir estos diálogos, y talento ya había antes, pero El séptimo sello resultó ser un tapiz muy adecuado para desplegarlo. Otras películas de Bergman pueden desplegar el mismo talento para la escritura de diálogos (como con todos los grandes dialoguistas la clave aquí es, creo, la sencillez), pero la ambición de El séptimo sello es infinitamente superior y por ello el talento luce más en este film.
El séptimo sello es también una galería de personajes tan abigarrada que lo convierte en espectáculo coral: el juglar soñador, su dulce mujer, el ingenioso escudero, el malvado ladrón de cadáveres, la esposa adúltera, la niña endemoniada, el guardia mercenario... ¡Aquí hay más personajes que en la Biblia! Parece mentira que esto sólo dure hora y media. Había visto la película hace mucho tiempo y obviamente recordaba que duraba al menos tres horas. Me pregunto cómo se puede hacer tanto en hora y media. Y todo encaja bien. Quizá sobre un poquito de filosofía (me dieron ganas de amordazar al escudero algunas veces), pero así es la vida, siempre hay gente pesada que habla de más, así que es justo que también ocurra en El séptimo sello, puesto que viene a ser una representación de la vida en su conjunto.
Se trata de hecho de una obra totalizadora, de una representación completa de la vida humana (la infancia, el amor, la vejez, la enfermedad, la guerra, la pobreza, la ignorancia, el dolor, etc. etc.). No creo que el tratar el tema de la muerte sea lo más importante para explicar por qué el film llega a todos los espectadores. También hacer una lista de todas las cosas que uno ve en la película que le recuerdan a sí mismo sería una tarea interminable... Yo me siento identificado con el escudero en muchas cosas. De hecho, tengo la impresión de que el escudero es más protagonista de la obra que el caballero. La relación de los discursos del escudero con la trama es tan tupida que uno podría proponer que él es el verdadero protagonista, mientras que Antonius me parece a menudo un poco "perdido", o nublado por sus propias obsesiones. El séptimo sello es una obra tan compleja y poliédrica como pueda serlo Don Quijote, por ejemplo. Sospecho que si se le diera a los espectadores una encuesta para preguntarles si creen que la obra tiene un punto de vista religioso o anti-religioso, la respuesta indicaría siempre la ideología de cada espectador. La densidad de la obra la convierte en una especie de espejo para el espectador, y con ello la identificación está asegurada.
Pero eso implica que no hay interpretación posible y en ese sentido me da un poco igual lo que implique el título; tanto se podría haber llamado El séptimo sello como La partida, o El regreso del caballero, o cualquier otra cosa. No me quedo con la impresión de que Bergman quiera decirnos mucho con el título, o en su caso que lo consiga. A decir verdad no creo que la película intente decir nada en concreto. Por ejemplo, la escena final es increíblemente coral; vemos muchas actitudes distintas ante la Muerte, todas ellas presentadas como igualmente dignas, y todas ellas se pueden llamar “media hora de silencio”, incluida la Nada atea del escudero. La muerte de cada uno refleja su personalidad, de modo que se podría decir que no han aprendido nada ni de la muerte en sí, ni de la lectura del Apocalipsis.
Por cierto, me parece muy llamativo que Antonius ni siquiera mire a la Muerte a la cara en el momento final (no he leído jamás una crítica de El séptimo sello pero tengo gran curiosidad por saber lo que se ha dicho sobre este detalle). Me parece una mezcla de héroe y antihéroe. Encuentra un significado a la vida (hacer el bien a los semejantes), pero parece el menos capaz de reconciliarse con su propia naturaleza humana. Bueno, el personaje de Antonius es también interesante por tantas otras cosas... en realidad es el más cercano no sólo a la Muerte, sino también a Dios y al Diablo... Su victoria parcial sobre la Muerte lo convierte en Prometeo medieval. Y con todo eso yo no lo clasificaría como héroe.
Pero volviendo a lo del tiempo, es muy interesante lo que menciona Abel sobre la “media hora de silencio” apocalíptico. La película tiene dos tempos muy diferenciados: el frenesí de la primera hora, en el que acciones y personajes y discursos nos distraen sin pausa alguna, y la última media hora, que tiene un tempo mucho más calmado, a partir de la lenta y ceremoniosa escena en que “los buenos” comparten leche y fresas en esa especie de comunión que, muy evangélicamente, preludia la muerte de Antonius. Y con el cambio de tempo ocurre también el escamoteo de un elemento primordial en la primera hora de film: el humor. Hay que ver cuánto humor se destila en esta película, incluso en momentos tan trágicos como la procesión de los penitentes. Pero la media hora final, cuando vemos morir a los personajes que conocemos, ya no tiene espacio para la comedia. La Muerte no sólo atrapa a cada personaje sino que atrapa a la película en su conjunto. En ese sentido, a pesar del maremagnum totalizador del que parte, El séptimo sello consigue ser una experiencia fílmica del encuentro con la muerte, o al menos eso es lo último que el espectador ve antes de salir de la sala de cine y lo que de algún modo determina lo que uno recuerda de El séptimo sello mucho tiempo después de haberla visto, aunque en mi opinión El séptimo sello sea mucho más que eso.
Bueno, lo dejo aquí porque tengo que dormir y también porque incluso he cubierto más temas de los que pensaba, y porque empiezo a temer que la Muerte me alcance antes de acabar de comentar esta película... Saludos y espero que la discusión continúe y se anime.

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